La transformación digital

2022-01-20 | admin

Alejandro Ramírez Flores | Director General de la CANIEM

En este nuevo momento pospandémico, las empresas enfrentan desafíos que les exigen un mayor entendimiento de los cambios socioculturales, así como de los avances tecnológicos y de cómo éstos han transformado la sociedad. Uno de los más importantes es que los clientes de la era digital no son consumidores pasivos, sino nodos dentro de redes dinámicas, que interactúan y dan forma a las marcas, los mercados y también se influyen entre sí. Esta red de consumidores se debe entender considerando un concepto que tiene un gran efecto en ella: se trata de la transformación digital y los elementos que la componen. Pero ¿qué es la transformación digital? Éste es el tema que trataremos a continuación.

Para comenzar diremos que, de manera no rigurosa, se trata de la incorporación de tecnologías informáticas en los productos, procesos y estrategias de un individuo o empresa en sus diferentes actividades. Transitar de la mecánica a la electricidad, de ésta a la electrónica y evolucionar de lo analógico a lo digital son cambios que han dejado profunda huella en nuestro ecosistema social. Desde el siglo pasado, ya teníamos una importante aplicación de la tecnología digital en todas nuestras actividades, pero es justamente en los últimos años que hemos tenido una transformación completa de nuestra forma de vida, de nuestra cultura, gracias a ella.

Para tratar de entender cómo ha ocurrido este fenómeno, propongo el siguiente enfoque: consideremos que la transformación digital se ha dado fundamentalmente en dos momentos. El primero es el de la migración. Éste se da cuando tuvimos primero la oportunidad y después la necesidad de utilizar los diferentes recursos que la tecnología nos ofrecía: pasamos de utilizar lápiz, papel y máquina de escribir a usar teclados y pantalla, a llevar los registros contables en hojas de Excel y a sustituir los archiveros de gaveta, repletos de carpetas, a archivos electrónicos en diferentes formatos.

Es en ese momento en el que pasamos del formato analógico al digital; sin embargo, esto no implicó un cambio de paradigmas, simplemente habíamos reemplazado los soportes y las herramientas, pero no la forma en que realizábamos nuestras actividades personales o empresariales. Una analogía nos puede servir como ejemplo: cuando una familia se muda de un país a otro, se encuentra con otra cultura, quizás con un idioma diferente, pero es posible que hasta la siguiente generación se incorpore a la cultura huésped. La generación que migró, aprovecha o usa parcialmente las características de la, para ellos, nueva cultura.

 

Pasamos de la migración a la transformación digital cuando nos empezamos a hacer preguntas como “¿de qué manera puedo utilizar más eficientemente estas herramientas tecnológicas que se encuentran a mi disposición?”.

 

Otro caso sería, por ejemplo, el de un auxiliar contable que hace 10 años utilizaba una hoja de Excel como un cuaderno electrónico, pero no aprovechaba las funciones del programa y hacía sumas, restas y cálculos de porcentaje a mano o con una calculadora. La migración tecnológica, desde luego, mejoró de alguna manera la productividad y eficiencia de ciertos servicios, no obstante, aún no nos habíamos sumergido en lo que ahora conocemos como transformación digital. Y justamente pasamos de la migración a la transformación cuando nos empezamos a hacer preguntas como “¿de qué manera puedo utilizar más eficientemente estas herramientas tecnológicas que se encuentran a mi disposición?”.

A continuación, agruparemos dichos recursos en cinco grandes categorías, mismas a las que se les reconoce como los ejes sustantivos de la transformación digital:

  • Internet y operación en línea. Prácticamente, no hay actividad productiva industrial que no use o requiera conexión a la web. Dispositivos como los teléfonos inteligentes, las tablets y cualquier equipo de cómputo se aprovechan de mejor manera cuando tienen acceso a internet. Esto es aplicable también al mundo académico y de la enseñanza. La pandemia puso esto de relieve al obligar al desarrollo de modelos educativos a distancia, lo que hubiera sido imposible sin la red.
  • Trabajo colaborativo e información compartida. El uso y el aprovechamiento del almacenamiento en la nube de documentos de trabajo que pueden ser compartidos y modificados, ha permitido elevar la eficiencia y la eficacia de un montón de procesos y tareas.
  • Internet de las cosas (Internet of Things, IoT). No sólo contar con una red que permita la comunicación y la transferencia de información es suficiente, se requieren los medios que nos den acceso a ella o dispositivos que se interconecten entre sí para potenciar sus capacidades. En el caso particular de los libros, si son impresos se les incorporan códigos QR que permiten el acceso a imágenes de realidad aumentada o quizás un video que tenga que ver con el tema del libro; si son libros electrónicos, podemos tener, por ejemplo, diccionarios incorporados al seleccionar una palabra.
  • Big Data. Cada vez tenemos acceso a un mayor volumen de datos, tanto para uso personal como, principalmente, empresarial. Cuando hablamos de Big Data nos referimos a un proceso que analiza e interpreta grandes volúmenes de información tanto estructurada como no estructurada. Sirve para que los datos almacenados, casi siempre de forma remota, puedan ser utilizados por las empresas como base para su toma de decisiones. La información extraída ayuda a mejorar estrategias y procesos, a incrementar el poder competitivo de la empresa y a comprender mejor a los consumidores, entre muchas otras aplicaciones.
  • Inteligencia artificial (IA). Este eje de la transformación digital puede ser, quizás, el de mayor impacto y que cada día nos sorprende y nos asombra. Podemos decir, en términos sencillos, que el concepto de inteligencia artificial se refiere a los sistemas o las máquinas que imitan la inteligencia humana para realizar tareas y que tienen la capacidad de mejorar iterativamente a partir de la información que recopilan.

Aquí es el momento de mencionar que estos sistemas no residen en máquinas que se asemejan al ser humano, todavía no tenemos robots antropomorfos de uso generalizado y aún no ha sido necesario aplicar las tres leyes de la robótica de Isaac Asimov. La IA está presente en la detección facial de los teléfonos celulares o en los asistentes virtuales de voz como Siri de Apple, Alexa de Amazon o Cortana de Microsoft, y está integrada en nuestros dispositivos cotidianos. Éstos constituyen, también, un ejemplo del internet de las cosas.Como vemos, los elementos de la transformación digital están presentes con frecuencia en nuestras vidas, nos demos cuenta o no. En la red del libro, la transformación digital ha incidido, si no en todos, sí en muchos de los nodos que integran la red y, por supuesto, en la forma en que se conectan. Podemos usar la IA en todos los procesos, por ejemplo, en la revisión de los contenidos propuestos por los autores, los Big Data para identificar y analizar mercados y hábitos de compra, y la red en temas como la impresión bajo demanda.

Sin duda, estamos frente a una nueva revolución sociocultural: la transformación digital.

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