Quién no recuerda la dicha de escuchar las historias de los abuelos acompañadas de un buen chocolate caliente o los cuentos infantiles que nos hacían soñar antes de dormir; los relatos de terror aderezados por la entonación de nuestro locutor favorito o las lecturas dramatizadas (de la radionovela al bestseller del momento) que nos han permitido imaginar los personajes y las situaciones a los que la voz da vida.